Pablo Álvarez, profesor de Enseña Chile 2021, no conocía la comuna de Los Álamos, Región del Biobío, cuando lo llamó el equipo de la fundación para ofrecerle la oportunidad de ir a trabajar allí. Sin cortar el teléfono buscó en internet dónde estaba y dijo que sí de inmediato. Hoy lleva cerca de dos meses haciendo clases de Matemáticas en la Escuela Félix Eyheramendy a estudiantes de séptimo y octavo básico y está feliz con su decisión de ir a aportar donde más lo necesitan.
«En un principio sentí incertidumbre y miedo porque era algo nuevo, en una ciudad nueva, lejos de mi familia y no sabía si me iba a sentir cómodo. Pero al fin y al cabo el propósito, lo que está detrás de todo esto, es mucho más importante. Somos seres que nos adaptamos, entonces sabía que buscaría la forma de sentirme cómodo en mi grupo, mi entorno», explica el docente.
Pablo es ingeniero comercial de la Universidad de Concepción y decidió que se dedicaría a la educación luego de hacer un voluntariado con Aiesec en Neuquén, Argentina. Ahí apoyó a ONGs que trabajaban entregando alimento a niñas y niños en contextos de alta vulnerabilidad. «Me di cuenta que los problemas reales no estaban en una oficina y no se iban a resolver desde ahí, sino que estaban en la cotidianeidad de los niños. No veía una forma de aportar mi granito de arena para una mejor sociedad desde una oficina, en donde no pudiese hacer algo directamente, simplemente era aprovechar mis conocimientos para tener una renta y al fin y al cabo me hacía sentir egoísta de cierta forma. Buscaba algo diferente, y justo apareció Enseña Chile», relata.
Viviendo en Los Álamos ha conocido de primera mano las dificultades de vivir y estudiar en ese pueblo: La inestable conectividad de internet, la baja disponibilidad de transporte para llegar a otras ciudades y, sobre todo, la continua posibilidad de que sus estudiantes deserten del sistema educativo en cualquier momento. «He escuchado miles de veces ‘no puedo, no sé matemáticas, soy malo, no me da la cabeza, yo no voy a seguir estudiando’ de chicos que están en octavo básico, postulando al liceo, en un punto crucial en el cual muchos piensan en dejar el colegio. Uno puede pensar que con las clases online ellos siguen estudiando porque puede ser fácil buscar respuestas en internet o copiar, pero la realidad es super distinta, hay un bajo interés. Ahí uno se da cuenta que no todos los colegios son iguales, no todos tienen las mismas facilidades», cuenta Pablo.
A pesar de estas dificultades, el profesor sigue motivado con la idea de aportar a traer más oportunidades educativas a este contexto y conocer desde la sala de clases los problemas de la educación. “Todos los cambios que requiere nuestro país tienen que ser focalizados, tienen que ir a los lugares que se necesitan. Puede haber nuevas políticas, pero si no se adaptan a la realidad, a los problemas de cada lugar, no van a funcionar. La única forma de darnos cuenta de los cambios que necesita el país es realizando un diagnóstico que se levante visitando las comunidades. Si en la educación tengo mala información, las medidas y las políticas que puedo llevar a cabo también van a estar erradas. Así que lo primero es conocer las comunidades para poder identificar las falencias y los puntos a mejorar”, reflexiona.