Conversemos
Es un hecho que la pandemia ha dejado consecuencias. Estamos evidenciando algunos efectos en la parte social, de autoestima y de rutina, pero quiero centrarme en la educacional. El nivel de desigualdad en la educación en Chile es gigantesco, segregando a los estudiantes de acuerdo a su poder adquisitivo y evitando la integración social entre ellos.
Con la pandemia se agudizó más: quienes tenían recursos económicos podían costear los requerimientos de las clases online (notebooks, conexión a internet, espacio cómodo sin interrupciones) mientras que los que no podían debieron improvisar. Estos últimos debían turnarse entre los miembros de la familia para usar el celular; tenían que subir a los techos de sus casas para conseguir mejor señal o no podían conectarse a sus clases, entregando sus trabajos al final del año académico. No es casualidad que la mayoría de los estudiantes que vivieron esta situación están en la educación pública.
Asimismo, en esta pandemia muy pocos estudiantes tomaron un libro. Como docente de Lengua y Literatura en un liceo politécnico de Calama, le pregunté a mis estudiantes de cuarto medio si habían leído algún libro y cuál era. La respuesta más repetida fue: “profesora, nunca hemos leído un libro, ni siquiera cuando estábamos en básica”. ¿Cómo vamos a trabajar en el plan lector mensual si los estudiantes no han tomado en su vida un libro?
Creo que es urgente recuperar las habilidades de comprensión lectora en los niños y adolescentes. La comprensión lectora permite, entre muchas otras cosas, abrir la mente, desarrollar la imaginación y el pensamiento crítico. Por lo mismo, es necesario retomar esta práctica con mayor dedicación, hacer lecturas más cortas, más gráficas, que sean entretenidas. Tenemos que aprovechar los recursos tecnológicos y conversar las temáticas que les gusten y así lograremos generar la pasión de las niñas, niños y adolescentes por la lectura.
Francisca Rubio
Profesora de Enseña Chile
Calama, región de Antofagasta
