Francisca Anríquez conoció Enseña Chile de una manera inesperada. En el año 2015, mientras navegaba por redes sociales, se encontró en Facebook con un anuncio que decía "Se busca compromiso”. En ese momento, según cuenta nuestra alumni, la palabra “compromiso” no era algo con lo que se sentía cómoda, pero algo en ese mensaje captó su atención. Cuando entró al anuncio e investigó al respecto, descubrió que estaban buscando profesionales para hacer clases en contextos vulnerables. “Acá voy", dijo, “empecé a postular y me di cuenta que no era tan fácil el proceso, porque me pedían el puntaje PSU, creo que las notas de la universidad, había que hacer un ensayo de porqué queríamos postular y qué opinábamos sobre diferentes frases. Ahí dejé el formulario a la mitad”.
En aquel momento, Francisca trabajaba como ingeniera en alimentos en una empresa azucarera, pero no se sentía del todo cómoda con el trabajo, por lo que un día, y de manera un poco repentina, renunció. "Mi jefa horrorizada me preguntaba qué iba a hacer y yo le dije que me iba a ir a trabajar haciendo clases como profesora al sur. Yo lo di por hecho. Yo quería postular en esa primera instancia a Aysén - Coyhaique o Puerto Montt - Chiloé. Terminé en Tarapacá”. Fue ahí donde empezó una aventura que le cambiaría la vida.
El primer año como profesora de Enseña Chile fue muy difícil para Francisca. Se trasladó a Iquique sin conocer a nadie, salvo a los otros 6 PeCh, su mentor y algunos colegas. “Fue muy duro en lo personal y emocional, estaba muy sola”, recuerda. Incluso, la alumni cuenta que hubo muchos momentos en los que pensó abandonar el programa, pero siempre lo descartaba por la responsabilidad que sentía. "Soy la primera PeCh en este colegio. Si yo hago mal mi pega o si lo abandono, voy a haber hecho más daño que beneficio", era lo que constantemente se repetía. Además, el pensar que sus estudiantes se quedarían sin profesora de ciencias era lo que más la impulsaba a seguir adelante.
A pesar del desafío, la experiencia fue muy enriquecedora. Dentro de las cosas que más destaca de todo el programa es el trabajo en red. “Es real, se vive. De verdad para mí era muy bacán cuando me iba a ver Ramiro, que era mi mentor en ese tiempo. También los 7 PeCh esperábamos con muchas ganas en los encuentros. Nos juntábamos mucho, porque no conocíamos a nadie más. Hoy día, si yo pudiera, volvería a postular a Enseña Chile”.
Con respecto a las habilidades y competencias que pudo adquirir durante los dos años de programa, Francisca aprendió el significado de trabajar por un objetivo mayor. “No era por dinero, ni por mí, era por los estudiantes, por la fundación” cuenta. Además, en un plano más práctico, aprendió mucho sobre la tolerancia a la frustración, sobre todo cuando se encontraba con estudiantes que no participaban en las clases que había preparado. “Pero es algo que vale totalmente la pena”, dice.
Hoy nuestra alumni sigue vinculada a la educación, pero desde un plano diferente. Después de su tiempo como profesora de Enseña Chile, decidió quedarse en Iquique, ciudad que le ha brindado la posibilidad de cumplir muchos objetivos personales. Además, su experiencia llevó a descubrir sus habilidades docentes y lo mucho que le gustaba enseñar. “Nunca hubiera pensado en ser profe”, confiesa, “es de las primeras carreras que descarté, porque pensaba que no servía para enseñar y no me gustaba. Y la verdad es que sí me gusta y sí sirvo para enseñar”. Actualmente Francisca hace clases particulares y en un preuniversitario. “No estoy en la sala de clases, pero sí estoy apoyando y también preocupándome de ver las brechas que existen en los alumnos”, cuenta.
Cuando le preguntan qué le diría a alguien que está pensando en postular al programa, Francisca enfatiza: “esto es con todo o sino no”. Reconoce y asegura que habrá momentos duros, pero que todo vale la pena, sobre todo cuando se ven los frutos del trabajo en los mismos estudiantes. “Es una decisión que hay que tomarla, disfrutar del proceso y, aunque a veces se vea un poco oscuro, vale 100% la pena”, concluye.