La reunión se realizó el martes 24 de marzo vía Zoom.us y contó con 111 participantes, entre los que se encontraban profesores Enseña Chile, egresados del programa, el staff de la organización e instituciones que son parte de la red como colegios y empresas.
Por Daniel Aranda, coordinador de Políticas Públicas en Enseña Chile y moderador de la sesión.
La crisis que actualmente vivimos ha producido una presión importante por hacer educación a distancia, en particular, a través de plataformas basadas en internet. Esta migración hacia medios digitales tiene importantes desafíos que sortear. El primero tiene que ver con la falta de un ecosistema que haya fomentado los medios digitales. En otras palabras, no ha habido una cultura de fomento de medios digitales que haya sido constante y adecuada para el sistema educativo. De esta forma, se carga a docentes hacer uso de tecnologías ajenas a ellos, dificultando cualquier posibilidad de enseñanza efectiva. El segundo desafío se relaciona con la desigualdad socioeconómica que, en este caso, aparece en la falta de acceso a internet o en la disponibilidad de espacios adecuados para realizar tareas escolares. Se suma a este hecho la disparidad en el capital cultural de los apoderados, quienes o tienen que seguir trabajando o no poseen los conocimientos necesarios para poder ayudar a sus hijos. Otro desafío importante se relaciona con la medición del aprendizaje de los estudiantes, en el que nuevamente, develamos un ecosistema educativo que se ha construido sobre medición en base a pruebas y que nos es difícil buscar alternativas. Finalmente, no deja de ser fundamental que estamos viviendo tiempos difíciles, de cuarentenas, colas en los supermercados, de temor a la enfermedad o el miedo a la muerte de un familiar. La disposición al aprendizaje no va a ser igual y es importante hacernos cargo de cómo socioemocionalmente nuestros estudiantes viven este tiempo de crisis.
Sin embargo, no todo es un obstáculo y hay importantes oportunidades y aprendizajes que se nos abren. Ante la falta de un control externo, como puede ser el profesor, aparece la relevancia de educar la autonomía y el propósito que tiene la educación en la vida de los estudiantes. En otras palabras, el estudiante se vuelve más protagonista que nunca de su proceso de aprendizaje, y una de las responsabilidades de los docentes es buscar encantar a los estudiantes con la belleza e importancia de aprender cosas nuevas. Lo anterior, ciertamente no es sencillo, más aún cuando la forma que tradicionalmente tenemos es haciendo uso de la sala, el pizarrón y el cuaderno. Pero ante una receta tradicional, aparecen innovaciones que puede ser interesante probar, en donde el mayor valor es la diversidad de recetas que se pueden hacer y cómo se pueden combinar. Plataformas digitales, foros, videos, mensajes de texto con pequeñas tareas, la clásica guía de papel, entre otras. Donde no se debe olvidar, por un lado, la importancia de la cultura juvenil y adecuarse a sus plataformas, y por otro, recordar que toda tarea se debe basar en la autonomía, y por ello, debe ser lo más llamativa y lo menos frustrante, posible. Es decir, los estudiantes deben tener ganas de hacerla y poder lograrla.
Esta pausa forzada que vivimos en educación podemos aprovecharla para darle más sentido, teniendo como valores principales la creatividad de los docentes y la autonomía de los estudiantes.