El martes 7 de abril Enseña Chile, a través del Grupo de Política Pública, dio inicio a un ciclo de charlas cuyo objetivo es apoyar a docentes y equipos directivos en priorización curricular. Los expositores invitados fueron Luis Osandón (Académico U. Chile y coordinador de mesa de desarrollo curricular) y Eduardo Vallejos (Jefe de Unidad Técnico Pedagógica Colegio Dinabec de San Carlos y Alumni eCh). Agradecemos la participación de más de 230 personas de distintos lugares de Chile.
Descarga la presentación que utilizó Luis Osandón.
Algunos de los problemas más urgentes requieren, no de una acción inmediata, sino una profunda reflexión
- Seymour Fox
Un currículum nacional es una selección y organización de conocimientos que deben ser enseñados. Esta selección tiene como objetivo que todos los estudiantes de un país compartan una base cultural común y que compartan una experiencia educativa similar. En Chile, nuestro principal instrumento curricular son las Bases Curriculares, que además de buscar los objetivos antes mencionados, dan la posibilidad de ser enriquecidas por los distintos proyectos educativos donde se encarnan. Estas Bases se componen, en gran medida, de Objetivos de Aprendizaje (OA) por asignatura, en los que se incluyen habilidades, contenidos y actitudes que deberían ser desarrolladas por los estudiantes. Además de las Bases, el Ministerio crea los Programas de Estudio, que son la organización temporal de los objetivos de aprendizaje propuestos en las bases. En ellos se da por supuesto una trayectoria teórica que tiene un estudiante teórico, es decir, que en un determinado tiempo aprende una cosa y, por lo tanto, pasado ese tiempo se le podría enseñar un nuevo contenido.
Lo anterior es problemático, porque, como sabemos, los estudiantes aprenden a ritmos distintos y tienen niveles de dominio de las distintas habilidades y contenidos de formas dispares. Esto se complica aún más cuando estos programas son vistos desde una óptica obligatoria (la única forma en que se deberían enseñar los OA) y no como un material de apoyo para los docentes. De esta forma, gran parte de los establecimientos y profesores, se han volcado a entender las Bases Curriculares desde la perspectiva de la cobertura curricular, en el ideal pasar todos los objetivos como un check-list y no desde una apropiación curricular que permita que se desarrollen aquellos contenidos más nucleares en los estudiantes.
La situación presentada pasaba antes del coronavirus, y la suspensión de clases ha expuesto y acentuado esta realidad. Hoy, más que nunca, creer que se van a cumplir con todos los Objetivos de Aprendizaje de cada asignatura y con la organización propuesta por los Programas de Estudio es tan irreal como perjudicial. Pasar objetivos de aprendizaje para dar cobertura al currículum como si fuese una carrera está muy lejos de significar que los estudiantes aprendan dichos contenidos y habilidades.
Ante la compleja situación, aparece como una gran oportunidad volver a las Bases Curriculares y, sobre todo, a los propósitos y finalidades propios de cada asignatura, es decir, el sentido que tiene aprender aquellos conocimientos. También es una oportunidad volver a mirar los objetivos de aprendizaje y comprender qué desempeños centrales busca cada asignatura, y cuáles de estos son posibles de abarcar, en otras palabras, qué habilidades, contenidos y actitudes se pueden sostener y profundizar en el tiempo escolar que queda. Qué OA son necesarios para el próximo nivel educativo. Cuáles de estos desempeños se pueden lograr de forma no presencial y cómo se podrían abordar desde una lógica distinta a la de programas de estudio que fueron pensados para otra situación. Estas son algunas de las preguntas que esta cuarentena nos permite volver a reflexionar.
Para lo anterior se necesita, sobre todo, que docentes y equipos directivos se den el tiempo para reflexionar los aprendizajes centrales, no desde la lógica de enseñar y pasar materia, sino desde lo que es fundamental que los estudiantes aprendan.