La amenaza de la deserción escolar en el contexto de la educación a distancia ha sido un desafío para todas las comunidades escolares, especialmente aquellas que trabajan en contextos de alta vulnerabilidad. En ese trabajo por retener a niñas, niños y adolescentes a pesar de las dificultades, el Instituto Agrícola Pascual Baburizza de Calle Larga, Región de Valparaíso, ha sido un ejemplo: han logrado mantener el contacto con la gran mayoría de sus 434 estudiantes gracias a una comunidad escolar unida por un propósito común, un vínculo potente entre docentes y alumnos y un modelo de trabajo personalizado que ha resignificado la escuela por completo.
Así lo vivió Nicolás Rodríguez, estudiante de primero medio del establecimiento. Él entró este año al instituto después de haber pasado por varios colegios y haber tenido malas experiencias en su educación. Con el inicio de la pandemia perdió el interés por aprender y dejó de lado sus estudios. Pero un día todo cambió. «Cuando yo ya daba por perdido este año mi mamá me dijo que tenía que retomar y de un día a otro el director me vino a ver a mi casa. Eso lo aprecio mucho porque las cosas que me dijo me motivaron: tengo que terminar el año, tengo que pasar de curso. No me esperaba que vinieran a mi casa», cuenta Nicolás.
La estrategia de visitas domiciliarias es parte de las soluciones que desde el Instituto Agrícola Pascual Baburizza han encontrado para reencantar a aquellos estudiantes que este año se han alejado de su educación. «Esta acción resignifica el hecho de ser escuela: no es solamente ir a un lugar a recibir conocimiento, sino que una experiencia de aprendizaje en comunidad, donde tú, estudiante, eres el foco principal. Donde si no estás te echamos de menos y te venimos a buscar a tu casa. Nuestra mejor estrategia para abordar la deserción es preocuparnos de que los estudiantes se sientan importantes en el contexto en el que están y que sepan que no son ellos los que se tienen que adaptar a un lugar o a una educación, sino que es rol nuestro que la educación les haga sentido y que este lugar se adapte a lo que ellos necesitan», explica Camila Varas, jefa UTP del establecimiento y Alumni 2013 de Enseña Chile.
La medida está a tono con su modelo educativo llamado Serf, el cual trabaja de forma personalizada los objetivos de aprendizaje con cada alumno, considerando su nivel de avance y su contexto. En palabras simples, el modelo Serf centra su labor en el desarrollo de habilidades como la autonomía, el sujeto social y el aprendizaje explícito permanente. Para ello, trabaja de forma diferenciada con cada uno de los jóvenes, con temas adaptados que favorece un trabajo autónomo por parte de los alumnos y un seguimiento personalizado por parte de los docentes. Según la experiencia de este establecimiento, su modelo ha permitido una transición más sencilla hacia la educación a distancia.
«Los jóvenes se sienten contentos y sienten que los profesores y todo el equipo está con ellos, que de verdad nos preocupamos. El vínculo en esto ha sido esencial y para mantenerlo, hay que estar conectados con ellos y no enfocarse solamente en lo académico, sino que también cómo están y cómo se sienten», reflexiona Irma Magnan, profesora de Enseña Chile que hace clases de suelo y riego en la especialidad Agrícola del establecimiento. Al trabajo personalizado y el vínculo se suma una comunidad escolar unida que los apoya e incluye a todos. «Hacemos todo lo posible para que les guste aprender, para que quieran seguir en el colegio porque ellos pueden. Es un trabajo de todos, desde inspector hasta profesores de asignatura y tutores. El ‘me cuesta’ no es un impedimento para pasar de curso y seguir estudiando. Si se hace difícil la opción no es desertar, sino que seguir estudiando y pedir ayuda», explica Josefa Matamala, profesora de Enseña Chile que hace clases de Inglés en el establecimiento.
«Hay que volver a empezar una y otra vez porque las oportunidades están. Uno tiene que poner de su parte y comprometerse» dice Mirko Martínez, estudiante de tercero medio del Instituto Agrícola Pascual Baburizza quien después de un par de meses desconectado con su educación retomó sus estudios. Él llama a sus compañeros que están en situaciones similares a atreverse. «Mi familia me apoya, me dice que siga así, que no deje de hacer empeño porque al final es todo obligación mía», cuenta el joven.