Veronique Amiard (43) se pasea entre sus estudiantes en la sala de computación del Liceo Bicentenario Politécnico de Pitrufquén, Región de La Araucanía. Los 25 alumnos de 2º Medio de la especialidad de Contabilidad están en clases de Tecnología, trabajando en las cartas Gantt de sus proyectos.
Cada grupo presentó una idea basada en las necesidades de su comunidad y que fue levantada con encuestas a los habitantes. Algunos limpiarán el Parque Isla Municipal de Pitrufquén, otros ayudarán a microempresarios con sus cuentas. Así el trabajo de los estudiantes junto con Veronique impacta más allá de la sala de clases.
El interés por la educación llegó a la vida de Veronique cuando ella estaba trabajando en un laboratorio en Temuco. Francesa, postdoctorado en bioquímica y con gran experiencia en investigación, en un punto se dio cuenta que el trabajo de ciencia tradicional no la estaba haciendo feliz. Lo único que disfrutaba de su cargo era la posibilidad de hacer visitas guiadas a alumnos de distintos colegios. «Pensé que tal vez podía enseñar, pero al mismo tiempo siempre pensé que era el trabajo más difícil del mundo», recuerda.
Luego de pensarlo mucho buscó a través de internet «cómo hacer clases en Chile» y entre las primeras opciones apareció Enseña Chile. Leyó toda la página web y le interesó la labor de la ONG. Sin embargo, no estaba decidida ya que creía que no cumplía el perfil de los postulantes. En ese momento ya llevaba varios años trabajando, había desarrollado su carrera en Francia, Estados Unidos y Chile y tenía dos hijos. Cuando preguntó en la oficina de eCh Temuco le dijeron que postulara de todas formas y quedó seleccionada para comenzar a hacer clases en el Liceo Politécnico de Pitrufquén en marzo de 2015.
Los desafíos de esa nueva experiencia fueron varios y la acompañan hasta hoy, ya que tras terminar el programa decidió continuar trabajando en la sala de clases. «Yo creo que estoy aprendiendo más que mis estudiantes haciendo este trabajo. He desarrollado empatía, tengo otro sentido para poder reconocer si el estudiante está bien o está mal, si tiene algún problema, si han entendido o no», relata.
Junto a sus alumnos de 2º Medio han abierto las puertas del colegio para trabajar junto a la comunidad, han tenido apoyo de la Municipalidad de Pitrufquén e incluso fueron recibidos por el alcalde de la comuna, Jorge Jaramillo, quien conoció algunos de los proyectos que desarrollan en clases. «La vida de un profesor es una vida tan llena. Llena de trabajo, de desafíos, pero también de emoción y yo ya no me imagino haciendo otra cosa. Echaría de menos a los estudiantes, este ambiente, esta alegría que hay en los pasillos. Porque estos chicos, a pesar de tener tantos problemas, están casi siempre con una sonrisa y tienen mucha energía», reflexiona Veronique.