Brenda Felipe (15) es de La Tirana y este año comenzó a estudiar en el Liceo Padre Alberto Hurtado Cruchaga de Pica. Para llegar a clases debía despertarse todos los días a las cinco de la mañana y esperar un bus en la carretera que la acercaba al colegio. Todo ese tiempo y ese sacrificio le permitían continuar con su educación media, decisión que era muy valorada y apoyada por su familia. Pero la pandemia cambió sus planes, como a todos, y le permitió continuar con sus clases desde La Tirana. Para ella esto fue una oportunidad muy valiosa: ese tiempo ahorrado lo ha usado en aprender más de la cultura y el trabajo de su familia.
Desde marzo cada semana se sienta junto a su mamá quien le enseña a usar el telar. Primero, tuvo que aprender a hilar la lana y luego comenzó a tejer una faja. «Mi mamá me ha contado historias de su mamá, de que ella de muy niña chica tenía que aprender a hacer estas cosas del telar. Su mamá le decía que, si no aprendía, no podía salir, que si terminaba una faja podía empezar a salir a fiestas, empezar a pololear y esas cosas. Por eso ahora mi mamá me está enseñando a hacer eso, me está haciendo lo mismo que le hizo su mamá a ella», cuenta Brenda.
Los padres de Brenda son de Bolivia y trabajan en la agricultura. Ella nació en La Tirana y tiene otros tres hermanos, uno mayor que trabaja con sus padres y dos menores que están en la escuela. Ella quiere ser un ejemplo en su familia, tanto en sus estudios como en el aprendizaje de su cultura. «Esto es una experiencia nueva para mí, ahora tengo más conocimiento de la cultura de mis papás porque yo no puedo estar en Bolivia y no sé nada. En este contexto de pandemia mi mamá ha aprovechado para enseñarme toda la cultura y lo que se hace», destaca la estudiante.
Según Natalia Acevedo, profesora de Enseña Chile que hace clases de Matemáticas a Brenda en el Liceo Padre Alberto Hurtado Cruchaga, estos aprendizajes diferentes que Brenda ha logrado en este periodo es una experiencia común entre sus compañeros. Cuenta que algunos han comenzado a ayudar a sus padres y familias en el trabajo, en chacras, negocios de barrio o en las labores del hogar y que todos han crecido también desde ese ámbito. «Hay muchos estudiantes que tienen chacras y le toca harto tener que ayudar a la familia. Ellos también están aprendiendo en ese lado, yo creo que todos están aprendiendo algo de este sistema, a aprender y conocer más a sus familias, a compartir con sus hermanos y sus papás», cuenta la profesora.
Tanto Natalia como Brenda concuerdan en que la educación a distancia ha generado un espacio de aprendizaje diferente y que, a pesar de las dificultades de conexión, adaptación y otras, permite un crecimiento para las comunidades escolares en general. «Brenda es una alumna muy aplicada y me llama mucho la atención que le gustan mucho los números. Cuando entró al liceo ella estaba bien avanzada en relación a sus compañeros, entonces, creo que tuvo una buena base su colegio en La Tirana. En la educación a distancia a veces le cuesta mucho conectarse y si no lo logra, no importa, avisa y estudia después, y si lo logra, participa y se nota que quiere estar aquí. Destaco harto eso, es admirable que a pesar de las dificultades quiera aprender, es un ejemplo», concluye la docente.