Los profesores y profesoras de Enseña Chile se forman desde el terreno, insertos e insertas en comunidades escolares de contextos de alta vulnerabilidad. El Programa de Liderazgo Colectivo les entrega herramientas para desarrollar su liderazgo pedagógico, personal y sistémico, pero en la práctica dentro del colegio sus aliados más cercanos en esta experiencia son el grupo de docentes que trabaja junto a ellos. Así lo ha vivido Daniel López, profesor de Enseña Chile e ingeniero civil químico que hace clases de Matemáticas en el Liceo Particular Mixto San Felipe, en la comuna de San Felipe, Región de Valparaíso, quien este año ha trabajado muy de cerca con Javiera Vergara y Alejandra Carrasco, dos pedagogas del establecimiento que son parte de su mismo departamento.
«El trabajo que nosotros hacemos es realmente un ejemplo para los estudiantes: Ellos ven que trabajamos en equipo, que respetamos el trabajo de cada uno y que no nos pasamos a llevar como profesionales. A partir de esto, ellos también han aprendido», cuenta Daniel, quien se encuentra cursando el primer año del Programa de Liderazgo Colectivo de Enseña Chile.
El apoyo de sus colegas ha sido particularmente importante este año en que toda la comunidad educativa del liceo tuvo que adaptarse rápidamente a la educación a distancia. En el proceso de reestructuración para enfrentar este desafío, Daniel junto a las profesoras Javiera y Alejandra, decidieron generar una gran clase conjunta para los siete primeros medios (cerca de 200 estudiantes en total) de Matemáticas y Geometría. Esto les permitía que los y las jóvenes tuvieran solo una clase a la semana para simplificar la entrega de contenidos y atraer a quienes hasta ese momento no se estaban conectando a clases.
Este sistema, que comenzó en junio, los obligó a trabajar muy cercanamente en la planificación, ejecución y evaluación de cada una de las clases que realizaban. Poco a poco, los docentes comenzaron a aprender cada vez más los unos de los otros. «Siento que ha sido enriquecedor. Hemos logrado cosas que, en un diario vivir, en un año normal, no se viven. Daniel y Javiera le han dado un aire nuevo al colegio, un toque distinto, y eso ha cambiado harto la percepción de los estudiantes que notan que siempre se trata de innovar dentro de lo posible», cuenta Alejandra Carrasco, quien lleva seis años trabajando en el establecimiento, sobre este proceso.
De los tres, Daniel es el único que no estudió pedagogía. Sin embargo, sus colegas consideran que la formación de Enseña Chile y su propia vocación por la educación le han dado toda la fuerza necesaria para enfrentar la sala de clases de la mejor manera. «Al ver cómo trabaja Daniel uno queda encantada porque su motivación es siempre ir más allá, aunque también sabe frenarse cuando es necesario, y todo eso es muy bueno. Siempre me ha gustado que cuando su mentora ha ingresado a algunas clases y le hace retroalimentación, Daniel no se queda con eso para él, sino que nos complementa y nos cuenta a nosotras. Nosotras también hemos tomado esas recomendaciones y hemos reestructurado algunas clases. En ese sentido es muy bueno porque comparte las experiencias y nos enriquece a nosotras como profesionales», opina Javiera, quien entró a trabajar al liceo el mismo año que Daniel.
«Mi gran aprendizaje de esta experiencia ha sido que, de verdad, no puedes ser el mejor profesor si no trabajas a la par con otros profesores. Para mí, si puedo ir mejorando como profesor es porque estoy trabajando a la par con colegas que tienen experiencia, que saben y de las cuales puedo aprender mucho, y también veo que ellas pueden aprender de mis ideas. Es la codocencia: siempre es mejor discutir, conversar y no hacer las cosas solo», concluye Daniel de su experiencia de trabajo colaborativo.