En Chile hay más de 3 mil escuelas rurales a lo largo de todo el territorio. Cerca de la mitad de ellas tiene aulas multigrado y su contexto alejado significa de por si un desafío importante para los docentes que allí trabajan. La crisis mundial por el COVID-19, que mantiene a todos los estudiantes del país en sus casas, ha traído consigo la necesidad de implementar educación a distancia. Pero en los contextos rurales la nula o deficiente conexión a internet y la baja escolaridad de los padres han sido grandes obstáculos para este objetivo.
«Hemos preparando guías propias y trabajando con los módulos rurales que nos envía el Ministerio de Educación. Todo este material se ha enviado en papel impreso a los estudiantes», cuenta la profesora Carmen Sandoval de la Escuela María Marta del Real Correo de Chépica, Región de O´Higgins. Las guías en papel han sido una forma práctica de llevar los aprendizajes a los hogares rurales a pesar de las dificultades.
Sin embargo, también suponen un desafío. «Ni estudiantes ni apoderados saben mucho qué hacer con las guías que se les envían si no van acompañadas de un muy buen apoyo. Por ejemplo, recomendaciones muy simples de cómo llevar ambientes escolares en la casa», reflexiona el Dr. Pedro Hepp, académico de la Universidad Católica de Valparaíso y experto en educación, quien ha trabajado ampliamente temas de educación a distancia y educación rural.
Hepp también muestra su preocupación sobre cómo será volver a la sala de clases en estos contextos. «Es una de las más afectadas del país y donde se instala la mayor inequidad, va a ser la más difícil de recuperar y habrá que generar estrategias especiales. Se puede hacer mucho usando medios como la radio de televisión. Hay que aprovechar de hacer una educación lúdica, liviana, selectiva, atractiva. Lo que veo es que no está pasando, hay que ponerse las pilas», asegura.
Por su parte, María José Encina, Alumni y mentora de Enseña Chile quien trabajó en contexto rural, reflexiona sobre cómo esta situación al final muestra la realidad de la educación rural. «La crisis que vivimos más que agrandar la brecha yo creo que desnuda la brecha que existe hace mucho tiempo y por la que muchos profesores rurales llevan mucho tiempo luchando», apunta.
Otro punto importante es empoderar a las familias rurales en su rol como guías del proceso educativo a pesar de las dificultades por la baja escolaridad de los adultos que las componen. «No necesitan explicar contenidos, sino, sólo organizar un horario de estudio con sus hijos y sentarse a su lado para ir anotando dudas que después se les hace llegar a los docentes. Deben alentar a sus hijos a lograr mayores niveles de escolarización que ellos, y por, sobre todo, saber que cuentan con ellos de manera afectiva, es la principal necesidad», resalta Fundación 99, organización con experiencia apoyando el trabajo de docentes rurales.
Para lograr esa confianza y seguir trabajando por los estudiantes, lo más importante es mantener a la comunidad educativa unida. «Ir a sus casas a entregar las cajas JUNAEB y guías de trabajo, nos ha acercado más, generando un buen vínculo profesora/ estudiante/ apoderado. Me he dado cuenta de que la cercanía que existe entre nosotros es positiva, por lo cual continuar así nos ha permitido avanzar en el aprendizaje de los pequeños», reflexiona Tatiana Cuadra, profesora del Colegio Municipal Emilia Salinas Díaz de Chépica.