Son las 8 en Puente Alto y los estudiantes suben rápidamente al tercer piso del liceo para una nueva clase de lenguaje. El objetivo es construir en grupos de cinco un narrador protagonista. Cuando la clase está por terminar Verónica, que se encuentra acompañando a la profesora en sala del segundo medio, se acerca a uno de los grupos y les pregunta: Y ustedes, ¿qué quieren hacer después del colegio? «Veterinaria, mecánico, ingeniero, quiero estudiar cocina», responden los jóvenes todos a la vez. Un estudiante no responde. Su rostro demuestra incomodidad ante la pregunta de la visita. «No sé que quiero», contesta desviando la mirada. A las 9:50 suena el timbre y los estudiantes salen a recreo. El mismo estudiante que no respondió se queda en la sala y toca el brazo de Verónica. «La verdad no sé que quiero ser, pero lo que sí sé es que quiero aprender todo lo que me están pasando para poder estudiar lo que quiera», le comenta esta vez mirándola de frente.
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Por qué aprendemos y para qué lo hacemos son preguntas fundamentales a la hora de enseñar y vincular a los estudiantes en su proceso de aprendizaje. El propósito es la base de una educación de calidad y así lo entiende Enseña Chile. En su modelo «La sala de clase que soñamos» se puede evidenciar que los estudiantes están desarrollando su máximo potencial cuando son capaces de demostrar que están aprendiendo, saben para qué aprenden, son protagonistas de su aprendizaje y se emocionan en el proceso.
En este sentido, Verónica González, coordinadora de Formación y Mentores de Enseña Chile señala que para construir un propósito es importante que los profesores puedan entender el ahora de sus estudiantes; dónde están ubicados académica y socioemocionalmente y cuán lejos están respecto a lo que deberían saber para lograr sus objetivos. Es necesario que conozcan esta brecha y así tomar acciones pedagógicas que los lleven a acortarla.
«Es importante mantener siempre las altas expectativas en los estudiantes. Por un lado el o la profesora debe creer que sus alumnos pueden y por otro, ellos mismos deben creerse capaces de lograr lo que se propongan», señala González.
Romina Meza, Alumni 2017 de Enseña Chile y profesora de Historia y Geografía en Puente Alto (RM), cuenta cómo trabaja diariamente el propósito con sus alumnos: «Involucro a mis estudiantes en la construcción del sentido que cada clase tiene para sus vidas. Después de socializar el objetivo del día les pregunto: ¿Para qué les sirve esta clase? Y son ellos mismos quienes empiezan a articular el propósito tanto individual como colectivo».
Los cambios que Romina ha visto en sus estudiantes involucrándolos en la construcción de su propósito son significativos ya que han evidenciado mejor disposición frente a los contenidos y una actitud positiva al momento de aprender y desafiarse.
Romina también aconseja que con el tiempo se puede complejizar el propósito a uno que sea más que académico. La idea es que logren vincular lo aprendido con sus problemáticas diarias y puedan ver cómo lo que aprenden en la escuela les sirve para su vida general.