Viajera, deportista, entrenadora: esas son algunas de las características que describen a Melita Stotz y su trabajo en Enseña Chile. Con 31 años, la psicóloga y actual mentora del programa homónimo de la fundación, recorre las regiones de Aysén y Los Lagos por tierra y mar, observando clases y acompañando a las y los distintos profesores que, durante dos años, se sumergen en las salas de clases del sur de Chile.
Conoció el programa en 2009, cuando fue a visitar la que sería su facultad. Vio un cartel que invitaba a hacer clases durante dos años y en el momento quiso postular, sin embargo no contaba con los semestres requeridos. En 2016, cuando estaba finalizando su carrera y mientras recorría la Carretera Austral en su bicicleta, se enfrentó a una realidad que la hizo recordar el afiche que había visto a comienzos de su paso por la universidad.
“En total fueron alrededor de 70 días los que pasé en la región de Aysén y en ese tiempo hartas cosas me llamaron la atención. Primero, la gente se sentía muy sola, se notaba que sentían abandono y yo recibí mucha ayuda de parte de la comunidad aysenina, entonces quería retribuir ese apoyo.”
“Estudié Psicología, pero quería trabajar el área educativa y sentía que desde la teoría no me iba a dar el mismo bagaje que si realmente conocía el terreno y sabía lo que un profesor tenía que vivir. Justo ese año se abrieron las postulaciones en la Patagonia, así que postulé al programa buscando esa experiencia, buscando ser esa profesora que trabaja en un contexto complicado, con una sala llena de estudiantes y con pocos recursos. Sentía que eso me iba a ayudar a tener una mejor mirada al momento de trabajar como psicóloga educacional”.
Hizo el programa en la ex Escuela Agrícola de la Patagonia, actualmente el Liceo de la Patagonia. Debido a su profesión, Melita estuvo tres de los cuatro semestres trabajando en el área de Convivencia escolar, además de realizar el “Acces Microscolarship Program”, un programa de desarrollo de inglés financiado por la embajada norteamericana, a través del cual enseñaba el idioma de manera práctica después de clases a alrededor de 20 estudiantes.
Al terminar el programa, en 2018, decidió explorar su potencial profesional y dedicar tiempo al Voleibol: inició un curso de mini vóley y una escuelita donde entrenaba a niñas y niños de 7 a 12 años, fue asistente del entrenador de la selección regional de vóley y también ejerció como psicóloga laboral en la Mutual de Seguridad y en el Programa PACE de la Universidad Austral, estando a cargo de acompañar a estudiantes de primer año.
“El paso a convertirme en mentora fue debido a que, si bien tuve buenas experiencias laborales y me sentía a gusto, necesitaba darle más propósito a lo que estaba haciendo. Me estaba desempeñando en trabajos para poder vivir, pero no tenía algo que realmente me movilizara a dar lo mejor de mí”.
La mentora que estaba en ese entonces había aceptado un nuevo trabajo, así que la invitó a postular para tomar su cargo y lo hizo, estaba buscando “trabajar con propósito”. “Para mí fue muy especial tener una mentora dentro de mis prácticas docentes. Siento que mejoré mucho en los dos años de programa por haber estado acompañada y desafiada. Fui seleccionada y comencé a fines de 2018 con la capacitación inicial, y luego en la Escuela de verano de 2019 de manera oficial”.
En los cinco años que lleva, ha tenido la oportunidad de acompañar a 40 profesionales y pedagogos ubicados en la Patagonia, lo que Melita define como “ser la entrenadora de sus profesores”. “Lo veo de esa manera porque me toca lidiar no sólo con lo técnico, como la planificación de clases, la cultura del aula, o nuestra metodología de La Clase que Soñamos, también me toca lidiar con la contención emocional, escuchar lo que les pasa, las frustraciones que tienen, los logros que han podido vivenciar, y siento que en la mayoría de mis interacciones con los profesores, me toca destacar sus fortalezas, buscar empoderamiento. Muchas veces pierden el foco de lo que quieren lograr por los obstáculos que deben enfrentar y creo que mi trabajo es llevarlos a ese objetivo nuevamente, a lograr la meta que se plantearon con sus estudiantes. Por eso me gusta la palabra entrenadora, porque los entrenadores no sólo forjan lo técnico de los deportistas, sino también su carácter”.
Acerca del impacto que su rol tiene en el programa de Enseña Chile, Melita asegura que el foco principal está no sólo en el acompañamiento, sino también en la reciprocidad. “Las personas entran al programa esperando ser acompañadas y quienes trabajamos como mentores buscamos sacar lo mejor de los profesores, desde cómo vemos al estudiante en la sala de clases, pero también desde la alta expectativa de generar líderes en nuestra sociedad. Por otro lado, estoy convencida que mientras el o la profesora quiera crecer y desarrollar su máximo potencial, los mentores vamos a estar ahí para satisfacer esa necesidad. El acompañamiento es recíproco. Nosotros damos lo que el profesor necesita y lo que pide también, entonces definitivamente generamos un impacto a través del programa porque los conocemos, sabemos cuáles son sus necesidades, lo que quieren lograr con sus estudiantes. Generamos un espacio de conversación y acompañamiento que les ayude a seguir avanzando en su desarrollo profesional”.
Si bien durante los últimos años ha habido cambios en la realidad educativa de la Patagonia, como el impacto de la pandemia y los avances tecnológicos, Melita está confiada en el trabajo que se realiza junto a los profesores y mantiene su compromiso inicial. “Todavía queda camino por recorrer, pero si me preguntan cómo es la educación que sueño, digo que es una educación con propósito, con profesionales que saben lo que quieren lograr con sus estudiantes y con estudiantes que buscan sacar lo mejor de sí”.