Por el mar y el desierto más árido del mundo: la historia de Javiera Lequepí, peCh 2021 - Enseña Chile
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‘Javi’ -como le dicen sus amigas y amigos- nació en Arica, estudió Traducción en la Universidad de Concepción y hoy, a sus 28 años, es profesora de inglés en la Escuela Básica de San Pedro de Atacama.

Eres una viajera, que se ha movido por diferentes ciudades del país. ¿Cómo te enteraste de Enseña Chile?

No es la primera vez que vivo en la segunda región. Soy de Arica, viví muchos años en Tocopilla (segunda región), y, de ahí, me fui a estudiar a Concepción. Ahí me hice una muy buena amiga, que es Trinidad Provoste. Ella entró al programa, en la región de Los Lagos, y me dijo: 'yo te conozco, sé que te tincan estas cosas, tenemos un perfil parecido, una visión parecida y te va a gustar Enseña Chile’. Ella me hizo la recomendación, cuando estábamos en nuestra titulación. Es una cosa bastante loca porque he vivido en distintos lugares, incluso en Concepción siendo universitaria viví en muchos distintos. Creo que mi vida ha sido bastante de moverme por eso tenía flexibilidad (en la búsqueda de dónde estar). A mí me hubiera gustado ir al sur... pero dije que mi norte es el norte de Chile porque sé que mucha gente quiere ir al sur, mucha gente quiere ir a poner sus manos ahí y a ayudar. Yo que soy nortina y muy nortina de corazón, pensé: 'bueno, acá también faltan manos que quieran ayudar’. Sentí un compromiso con mi propia zona. Ojalá si fuera Arica, trabajar en Arica. Sé que no se podía, todavía no estaba ahí abierta la puerta en la región de Arica y Parinacota, entonces dije ‘lo más cerca es Tarapacá’ y, finalmente, tampoco se logró, pero lo bueno es que estoy en el norte, en San Pedro de Atacama.

Mencionaste a una amiga, con la que tienen un perfil parecido... ¿cuál es esa visión que comparten?

Hoy en el país hay una desigualdad muy grande en educación pública y privada. Creo que muchos nos quejamos de la situación, pero cuántos ponemos las manos ahí para poder mejorar esa situación. Yo sé que a lo mejor en dos años de programa no puedo cambiar la historia de la educación, pero estoy poniendo mi grano de arena con estudiantes que a lo mejor van a agradecer tener una profe ahí involucrada con ellos de una manera que se note, que quiera ayudar. En los encuentros que hemos tenido en Enseña Chile nos preguntan '¿quién fue el profe que te inspiró o te ayudó?', ‘bueno yo no tuve ese profe’. A mí la carencia de no haber tenido ese profesor me hizo querer ser la profesora que a lo mejor algún estudiante va a necesitar, que va a querer tener ahí. Ese fue un motor además de esto de la desigualdad, de querer entregar herramientas y apoyo a alumnos que su situación es distinta o más difícil, ahí se junta lo de la educación de calidad, pero también lo del apoyo de un profesor que muchas veces se necesita. En cuarto medio sentí que ningún profesor estaba de verdad muy interesado en mí o en general. Uno sabe que los profesores entran en un sistema que es súper esclavizante, a veces, uno lo entiende que se aburran de remar contracorriente, pero yo quería estar ahí, estar ahí donde las papas queman. Como una misión personal.

¿Qué te motivó a ser peCh? ¿Por qué?

Fue una necesidad de trabajo, pero una necesidad que para mí también tenga todo el sentido personal, de impactar, de cambiar alguna cosa, de cambiar o ayudar en la vida de un estudiante. Se mezclaron muchas necesidades y nació este deseo. Antes había hecho clases particulares y, ahora con todas las asesorías, capacitaciones y el seguimiento que hacen los mentores, puedo notar en qué me equivoqué en las clases particulares. Hoy me doy cuenta de cuánto he mejorado en mis clases. Es de crecimiento personal, de querer ayudar, de impactar.

Actualmente eres profesora en la Escuela Básica de San Pedro de Atacama, pero empezaste el 2021 en un año complejo por muchas cosas, entre ellas la pandemia, que hizo pasar a clases híbridas, algunas virtuales y otras presenciales, ¿cómo lo viviste? ¿cuál fue tu aprendizaje?

Fue muy desafiante. Tremendamente desafiante. Personalmente aprendí mucho de saber utilizar las tecnologías para potenciar mi trabajo. Al comienzo eran puras clases online y, de hecho, partí haciendo taller voluntario con 15 alumnos, a veces 3, dependiendo del curso, del día. San Pedro de Atacama tiene un tiempo muy particular. Es muy ventoso y no hay muy buena señal, de repente estábamos súper bien en la clase y.… un viento fuerte corta la señal, se acaba la clase, se corta la luz. Se requirió de mucha flexibilidad, saber aceptar y entender que no siempre es nuestra culpa. La clase a lo mejor no va bien porque simplemente es San Pedro de Atacama y un viento fuerte te corta la señal y listo... a aprender a dejar ir. Comencé haciendo clases de primero a cuarto básico, en esos talleres voluntarios. Luego, me mandaron con los más pequeños de la educación parvularia, comencé con prekínder y kínder. Es increíble el cambio de ellos en el computador a la sala real (se ríe). Es súper distinto, es mucha más energía, las mamás evidentemente apagaban o quien estuviera a cargo del pequeño, papás, tíos, abuelas. Apagaban el micrófono y no se escuchaba más ruido, eso es imposible en la sala presencial. Entonces, ha requerido de mucho, mucho, mucho, pero ha sido muy gratificante y creo que nada se compara, al menos para mí, a una sala presencial.

Mencionaste hartas cosas, pero me gustaría saber cuál fue el aprendizaje. ¿Con qué te quedas?

Me quedo con la flexibilidad y adaptación que tenemos que tener. Los profesores tenemos que devolvernos súper 'camaleónico' porque no todos sabíamos cómo se usaba zoom. Tampoco meet, classroom, son cosas que te capacitan un día y tienes que manejarlas. Ese tipo de cosas hizo acomodarme súper rápido. Y dejar ir las frustraciones. Esto de que no te funcionara la clase, que se corte la luz, que llegaban súper desactualizados. Creo que el aprendizaje ha sido de dejar ir, de aprender a adaptarse y sacarse las culpas porque a veces uno es súper duro con uno mismo.

¿Por qué crees que es importante que seas peCh ahí en la Escuela Básica de San Pedro, con contextos de alta vulnerabilidad?

Para mí es por un alto nivel de empatía que tenemos. Creo que por algo nos metimos a algo así. Sabemos que la pega de profe es súper sacrificado y muchas veces hacemos más pega que no es de profe sino también de cuidadora, casi de asistente social, de psicólogo, que no nos corresponde. Muchas veces tenemos que derivar porque se nos escapa de las manos. En San Pedro hay sólo una escuela básica, acá llegan todos los niños del pueblo, los que tienen muy buena situación económica -porque acá se mueve por el turismo-, ya que hay niños cuyos padres son dueños de todo: del supermercado, del sitio turístico y, también, está el que necesita todo, que el papá no está ahí por problemas de drogadicción, papás que tienen que trabajar y sacarse la mugre todos los días, la mamá que hace el aseo en un hotel donde el dueño es el papá del compañero de su hijo. Tenemos todos los contextos. Es una situación súper particular porque no siempre se da eso. Acá se da por la particularidad del pueblo. Creo que aportar nuestro granito de arena en ese tipo de escuelas es muy importante y es un privilegio en ciertos aspectos, porque no cualquier profesor vive eso. Algunos viven la realidad para más arriba y otros simplemente la de más abajo. En cambio, acá todo se mezcla en una sola escuela.

Interesante lo que mencionas, quizás una de las cosas que más se comentó por el estallido social o lo que ha pasado en el último tiempo es que pareciera ser que hay colegios para los ricos y para los pobres. Aquí me estás diciendo que pasa todo lo contrario. ¿Qué destacas sobre esa realidad que te toca vivir?

Evidentemente se muestra la brecha que hay entre realidades y realidades. Alumnos, por ejemplo, que en el inglés se manejan muy bien porque han viajado, porque los papás tienen interés porque ellos aprendan. También tenemos el caso de alumnos que no tienen todo el apoyo que deberían tener, y que ojalá tuvieran. Muchos alumnos son extranjeros, que llegaron hace muy poco y los papás se dedican sólo a trabajar, tienen otra visión. Hay alumnos que, si no le va bien en el estudio, trabajan al tiro, no hay segundas oportunidades. Tengo alumnos que me dicen que no saben inglés y son súper cerrados. Ahí va un trabajo personal mucho más allá de si aprende o no inglés sino enseñarles cosas para que a ellos les sirva de acá en adelante, herramientas, el: ‘no importa si te equivocai', ‘no importa si pronuncias mal’, que el aula sea un lugar seguro para que sepan que puedes cometer errores. Se da esta particularidad de muchas realidades que enriquece las salas en cierta manera. Hace que haya una sinergia en las salas donde evidentemente el profesor tiene un rol fundamental porque propicia esas situaciones.

¿Cuál ha sido el rol de Enseña Chile contigo?

El rol que hemos tenido como Enseña Chile en San Pedro de Atacama ha sido bastante amplio. Tengo colegas que están en Toconao, Talabre, Camar, Socaire, en un montón de comunidades, que tienen que viajar, entonces, de alguna u otra manera, hemos cubierto hartas áreas, ojalá siempre sea más porque estamos llegando a esos espacios más recónditos del norte de Chile.

¿Qué te parece que lleguemos a esos lugares como Socaire, Toconao?

Me parece increíble. Cuando postulé para mí era Iquique y, a lo mejor, Alto Hospicio, pero no pensé que llegaría a estas instancias. A mí cuando me dijeron: 'Javi, hay una posibilidad de que te vayas a San Pedro' y yo: ‘¿qué?’, siendo del norte, nunca había estado aquí. Siempre uno se imagina este lugar como turístico donde hay muchos extranjeros, donde llegan todos los gringos, así uno escucha de San Pedro de Atacama. Decir que me voy para allá a trabajar, a vivir, fue como de otra realidad. Yo no me hubiera imaginado saliendo de la universidad y después: 'oye vai’ a trabajar en San Pedro'. Me parece súper loco pero fantástico.

Me contaste que eres de Arica, estudiaste en Concepción y ahora en San Pedro. ¿Cómo ha sido ese paso? ¿Cómo ha sido tu involucramiento?

Es súper loco. He vivido por distintos climas y distintas partes de la región, de la zona norte. Claro entre Concepción, San Pedro y Arica hay una gran diferencia en lo que encuentras en la ciudad o en el pueblo. Ha habido harta adaptación. Siendo del norte me costó mucho adaptarme acá, al clima de San Pedro. Es mucho más seco, más caluroso... después de estar acá casi un año de trabajar, fui a las vacaciones de verano a Arica y me parecía que no tenía calor. ‘¿Si todos los años me he muerto de calor en Arica, por qué este año no?’. Dije: 'San Pedro' (se ríe). Me adapté a que el calor es mucho más intenso y también al tema de los turistas. Uno va al centro, que no es muy grande, y todo el rato ofrecen packs de tour a las lagunas, a ver las estrellas, los géiseres, y es muy gracioso porque uno baja y siempre te ofrecen y es como: ‘¡no, ya vivo acá!'. Por otro lado, está que ya todos saben que soy profesora, voy caminando por el pueblito, que es súper chiquito y escucho un: 'hola profe, ¿cómo está?'. Uno va saludando, como casi una celebridad. Pueblo chico siempre se sabe todo, me acuerdo que fui a buscar un paquete a correos de Chile y me dijeron: ‘¡oye usted es la profesora de inglés!’, y yo como: ‘nunca he hablado con usted, ¿cómo sabe?’ y me dice: ‘no, es que escuché buenos comentarios porque está trabajando con prekínder y kínder’. Una vez me vino a visitar mi hermana o una amiga y hablamos con el guía turístico y era el papá de uno de mis alumnos. Realidades de San Pedro (se ríe). Es bien loco (agrega).

Estas empezando el 2022, ¿qué esperas de este año?

Considerando que ahora estoy presencial con mis cursos, principalmente prekínder y kínder. Ojalá ellos salgan súper potenciados con el inglés y que crean en el idioma. Niños que llegan recién a sexto básico y tienen su primera clase de inglés, vienen del extranjero, entonces no lo vieron antes y llegan con una personalidad súper temerosa de cometer errores en la sala, que no saben inglés y que jamás lo han visto. Una le está enseñando y te dicen: ‘yo no sé’. Son súper cerrados. Ojalá que todos esos niños que son de prekínder y kínder lleguen más adelante a las clases de inglés o a cualquier clase y sepan que se pueden equivocar y que de eso van a aprender. Que no deben tener temor de eso. Eso quiero lograr, que los más chicos tengan esa seguridad de ser patudos con el idioma. Con los más grandes se empiezan a preocupar de otras cosas, ojalá puedan confiar en mí, también. Los veo 45 minutos a la semana, se me hace muy difícil poder impactar un poco más en ellos, pero aun así he notado que hay alumnos que son súper regalones, que he tenido tres clases con ellos y aun así te saludan. 'Hola profe’, ‘usted me cae bien’, ‘profe a usted le gusta esto, a mí también'. Conectan con una y es algo que siempre estoy buscando generar como un tipo de confianza. Si responden bien a una cosa, les puedo dar un sticker y si sé que le va a gustar uno de Pokémon, ojalá darle uno de Pokémon, si le va a gustar más la de un cantante, conocer que le gusta ese cantante y así hemos ido formando lazos con algunos alumnos. Ojalá no sea algunos, sino que sea la mayoría a fin de año.

En este tiempo siendo peCh y conociendo la situación de la educación desde la sala de clases, desde el terreno ¿cuál crees que son los problemas de la educación y cómo lo solucionamos?

Las soluciones no sé si las tendré en mi mente o uno es muy soñador para sus cosas, pero ojalá que todos los actores que estamos involucrados en la educación nos involucremos realmente y que esta brecha que se genera, que es tan grande entre clases sociales no exista o se acorte lo más posible. Acá en San Pedro se da una cosa así, pero propiciado por el contexto del pueblo, acá todos terminamos en la misma escuela. Las familias con más plata, las con situaciones más difíciles. Ojalá propiciar ese tipo de situaciones en otros lugares, y que haya más gente involucrada con la educación pública. La educación pública es la que tiene que potenciarse y no tanto la parte curricular, que tenemos claro que es importante, pero el momento que nosotros nos demos cuenta de que las habilidades socio emocionales, la contención en la niñez, en la adolescencia, es algo fundamental, vamos a darnos cuenta que ahí podemos hacer un cambio. Porque veo muchos profesores, educadores o todos los que estamos involucrados en la educación, que estamos muy centrados en algunas cosas y no en otras. Especialmente me he dado cuenta que ahora que estamos volviendo a la presencialidad, se ha sabido a nivel nacional de casos de violencia en las escuelas, que alumnos llegaron con poca contención emocional, con problemas de la casa. No podemos dejarlo de lado, eso es muy necesario, súper importante trabajarlo.

Todos los años buscamos más jóvenes para que sean peCh. ¿Cuál sería tu mensaje a esos jóvenes que lo están pensado?

El mensaje es que se atrevan. Sabemos que el trabajo de profe es súper sacrificado, que muchas veces nos llevamos trabajo para la casa, que hay muchas personas que se preguntan a quién le gusta trabajar de profe si es tanta pega. Creo que el mensaje es atreverse, querer hacer el cambio. Para mí siempre ha sido dejar de quejarme y empezar a actuar. Yo podría quejarme años y años de lo mala que es la educación pública o la diferencia que hay entre brechas. Pero ‘¿qué hago yo para cambiar eso? ¿Qué aporto?’ El mensaje es que lo piensen y que se atrevan a meter mano ahí, a apoyar, aportar y, ojalá, generar un cambio. Sí o sí generamos un cambio en algunos estudiantes por lo que no es tiempo perdido, pero si es sacrificado, eso no se puede negar.

¿Qué consejos le darías a alguien que no sabe si trasladarse a otra región, a una ciudad distinta, que quizás nunca pensó estar ni enseñar en un colegio?

Hay que atreverse. Se requiere de harto valor. Yo he tenido que cambiar mucho, de Arica a Concepción. Ir a un lugar donde ni siquiera tenía a nadie de familia. Igual háganlo. Esta frase de 'si tienes miedo, hazlo con miedo y ya (se ríe)'. Uno siempre termina formando una pequeña familia donde va. En San Pedro de Atacama también estoy haciendo lazos y, al final, terminas conociendo y haciendo recuerdos muy lindos y experiencias únicas en muchos lados. No cualquiera puede decir eso, ‘viví acá y conocí tanta gente e hice tantas cosas’. Es satisfactorio y muy fructífero también.

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