Para la educación media técnico profesional la vuelta a la presencialidad es algo esencial para el desarrollo integral de sus estudiantes. Así lo ha vivido el Liceo Bicentenario José Francisco Vergara, parte de la Corporación Municipal de Viña del Mar, el cual imparte las especialidades de Administración, Gráfica y Vestuario. Los y las jóvenes que asisten al establecimiento recienten no haber podido utilizar los talleres, donde cuentan con todas las máquinas y tecnologías necesarias para poner en práctica sus conocimientos técnicos.
«Hicimos encuestas con nuestros alumnos, con los apoderados, y más o menos alrededor del 60% habían expresado la intención de que estaban en condiciones y volvían a clases presenciales», cuenta Betty Meneses Tobar, inspectora general y parte del equipo directivo del liceo. «Nosotros estamos preparados, la corporación nos ha entregado los recursos y nosotros hemos ido guardando todos los productos, mascarillas, kits sanitarios y estamos en condiciones de volver. Las salas y los talleres están con el aforo permitido. Nuestros cursos no son numerosos así que estamos cumpliendo con el aforo y para los alumnos es absolutamente necesario estar en el establecimiento», agrega.
El colegio lleva desde marzo de 2020 impartiendo educación a distancia vía internet o guías de trabajo disponibles para retirar en el establecimiento. Ya han tenido tres intentos de volver a la presencialidad, pero a último minuto siempre se ha echado pie atrás por la situación sanitaria. Esperan volver durante el segundo semestre de 2021, pero no hay nada confirmado. «Para nuestros estudiantes el colegio es un lugar seguro y lo necesitan porque ahí tienen contacto con otros compañeros. Nuestro colegio es inclusivo y eso los alumnos lo sienten y tenemos que seguir motivando aquello porque es una de nuestras fortalezas», explica la inspectora.
Finalmente, para ella lo más difícil en el proceso de retorno a la presencialidad ha sido calmar los temores de estudiantes, apoderados y profesores, muchos de los cuales están fuera del control del establecimiento, como el traslado en transporte público. Pero poco a poco han ido dialogando y encontrando puntos en común. «Los apoderados que en una primera instancia dijeron que no, que sus estudiantes no van a volver, ahora nos dicen que ya quieren que vuelva porque ya están muy desmotivados, les cuesta mucho la jornada y es muy difícil para los apoderados que ya tienen que salir a trabajar. Sabemos que ningún lugar es 100% seguro, pero les dijimos a los apoderados que nosotros tenemos las condiciones, se las explicamos, y ahora ellos tienen que tomar la decisión absolutamente voluntaria de volver poniendo en la balanza las ventajas y desventajas de lo que eso significa», concluye Betty.