En relación al Aprendizaje Académico, al igual que el período 2016, en 2017 utilizamos la prueba SEPA, una evaluación estandarizada elaborada por el Centro de Medición MIDEUC de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La muestra fue de 42 profesores que aplicaron esta evaluación a sus estudiantes. A partir de esta aplicación se desprende que, en promedio, nuestros profesionales logran un progreso académico alto. Esto significa que nuestros profesores están logrando que sus estudiantes avancen 0,45 desviaciones estándar, lo que equivale a casi dos veces lo que haría un profesor en un contexto adecuado, según el barómetro de J. Hattie (“Visible Learning”). Al comparar los resultados entre zonas, Patagonia y Valparaíso se encuentran por sobre el promedio nacional, mientras que las regiones de Biobío, Araucanía, Los Ríos, Tarapacá y Región Metropolitana están dentro del rango esperado de progreso académico.
En relación a la distribución de estos resultados, un 50% de la muestra logra resultados destacados con sus estudiantes, un 25% resultados medios y, por último, un cuarto del total tiene resultados poco significativos, lo que podría explicarse por el contexto y la brecha académica actual. Tal como plantea la literatura, la evidencia empírica nos ha permitido demostrar que el progreso académico correlaciona positivamente con ambiente de aula. En las salas de clases en las que nuestros estudiantes experimentaron sentimientos positivos mientras aprenden y lo hacen en un ambiente idóneo, se lograron mejores resultados académicos.