Enseña Chile
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Por Deborah Waisman, profesora de inglés Universidad Alberto Hurtado y peCh 2019, en la ceremonia de cierre de la undécima Escuela de Verano de Enseña Chile.

Hoy terminamos nuestro paso por la Escuela de Verano. Esta agotadora escuela que acaparó gran parte de nuestros días durante enero, dejándonos casi sin tiempo para vivir la vida como acostumbramos.

Sin embargo, hoy -en nuestra última noche juntos- creo que cada uno de nosotros merece ser reconocido al estar aquí por decisión propia. Para muchos esta decisión implicó alejarse de su familia y recibir una serie de críticas sobre el «potencial desperdicio de nuestras carreras» al dedicarnos a la pedagogía. Para otros también implicó ceder tiempos y espacios que quizás no estaban dispuestos a compartir, y cuántas otras situaciones que hicieron que el camino fuera un poco cuesta arriba.

Uno de las principales lecciones de esta escuela es que nos ayudó a entender que el aprendizaje es un proceso continuo que jamás acaba, ya sea por medio de una experiencia positiva o negativa. Siempre podemos hacer el ejercicio metacognitivo de pensar qué podemos rescatar de una determinada situación. Y a pesar de lo intenso y agotador que este mes ha sido para todos, hay muchísimas cosas que agradecer de esta experiencia.

En primer lugar, quiero agradecer a cada una de las personas que conocí. Sumado a eso, las experiencias vividas en este proceso que me hicieron reencantarme con la pedagogía. De formación soy profesora de inglés y hacer clases en un colegio era más un deber que un deseo, ya que recibí dos becas que debo pagar con 3 años de servicio en un colegio público. A lo largo de mi paso por la universidad me fui desencantando lentamente con la educación formal al ver lo mal pensada que estaba y al notar cuán limitadas eran las posibilidades de los estudiantes por la imposición de focos academicistas. Me aterraba la idea de perder mi vida a causa de una distribución de horas lectivas y no lectivas de 70-30, hecho que implicaría usar mi tiempo libre para planificar y corregir. Y por último, me preocupaba mucho el vacío metodológico que sentía para hacer clases. No sabía cómo llevar a la realidad las utópicas clases que me enseñaron en la u, enfocadas en replicar el contexto finlandés en un Chile que vive una realidad y cultura diametralmente opuesta.

Afortunadamente Enseña Chile, la Escuela de Verano, mi mentora, mis compañeros peCh y mis queridos estudiantes me devolvieron las ganas de estar en la sala. De vibrar con los estudiantes y aprender con ellos, de jugar y reír mientras hablo en inglés haciendo que esto ya no sea un deber, sino que un hermoso placer. Y como si eso fuera poco, Enseña me entregó las herramientas metodológicas para aterrizar la enseñanza del inglés al contexto real en el que voy a hacer clases. Muchísimas gracias por hacerme fluir en la sala. Estoy y estaré eternamente agradecida porque me devolvieron las ganas de ser profesora.

Quiero agradecer también a la red de la que ahora somos parte. En ella no solo hemos podido encontrar apoyo laboral, sino que también nos ha permitido conocer a personas maravillosas con quienes, además de ser futuros colegas, hemos logrado afianzar profundas amistades. He visto cómo desde ya estamos haciendo trabajo en red, nos ayudamos unos a otros y hemos conectado genuinamente. Y lo que más me gusta es que esa conexión traspasa los límites de lo académico.

En tercer lugar, quiero agradecer al grito Estamos Ready, una especie de arenga con el nombre con el que los estudiantes conocían a la Escuela de Verano. Quiero referirme al Estamos Ready, porque agradezco enormemente formar parte de un equipo de trabajo en que los líderes buscan formas de motivar a sus miembros en lugar de hacerte sentir que cualquiera es reemplazable. Gracias por hacernos gritar. Gracias por hacernos partícipes de los inicios y cierres de cada jornada y gracias por preocuparse genuinamente por el bienestar de cada uno de los que integramos este gran equipo de trabajo. Repetir el grito de manera constante agota. Todos lo vivimos. Pero la intención detrás de esa acción me parece hermosa y muy valorable.

Gracias a todos ustedes, miembros del staff, por hacer que esta escuela de verano funcionara. Pasaron muchas cosas intensas: hubo situaciones límites en las que tuvimos que improvisar y aprender en el camino. Recibieron muchas quejas, pero estoy segurísima de que cada una de las decisiones que se tomaron fueron pensadas para brindarnos la mejor instancia de aprendizaje experiencial posible dentro de estas 4 semanas. Sin duda alguna fue una hermosa y enriquecedora experiencia.

Finalmente, quiero agradecer a cada uno de ustedes por estar aquí hoy. La desigualdad en este país es abismal, y como estudiante conocí los diferentes tipos de educación: particular pagado, particular subvencionado y público. En carne propia viví el estancamiento del aprendizaje porque muchos de mis profesores no creían que podíamos aprender. De hecho, más de una vez nuestra profesora jefe dijo que estaba perdiendo su tiempo, ya que la gran mayoría de nosotros solo seríamos temporero.

Muchos de mis profesores tampoco tenían las ganas de estar en esa sala de clases, solo lo hacían por cumplir con su deber. Me alegra pensar que nosotros seremos la antítesis de mis profesores. Todos tomamos la decisión voluntaria de dedicar al menos dos años de nuestras vidas para que, algún día, todos los niños y niñas de Chile reciban una educación de calidad… con profesores de excelencia que se hacen cargo de su aprendizaje continuo, trabajando en red con la convicción de que es posible romper con las desigualdades educacionales que afectan a los niños más vulnerables del país. Estoy segura de que con los altos y bajos que podamos experimentar en nuestros pasos por nuestros colegios, cada uno concluirá esta experiencia con un sinfín de aprendizajes construidos mano a mano con nuestros estudiantes.

Mañana volvemos a nuestras realidades, se acaba la Escuela de Verano, y en un mes aproximadamente estaremos en una sala conociendo las caras de esos niños y jóvenes que solo por el hecho de haber nacido donde nacieron han llegado a la conclusión de que existen menos opciones y oportunidades para ellos. Creo que es nuestro deber mostrarle a cada uno de ellos que es posible alcanzar la excelencia. Así que ahora les pregunto, queridos peCh: ¿Estamos o no estamos ready?

Muchas gracias.

 

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