Enseña Chile
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Hace dos años la vida cambió en las escuelas. De patios llenos y ruidosos pasamos a vacíos y silenciosos. De clases con cuadernos y guías impresas, pasamos al Zoom y las pruebas online. Son dos generaciones de estudiantes y profesores que han tenido que navegar por la incertidumbre de saber si todo volverá a ser como antes. Y si bien los desafíos específicos de cada curso son relevantes, un reto significativo y muchas veces pasado por alto lo tendrán directivos y líderes escolares, quienes son responsables de diseñar, implementar y hacer seguimiento de todas las estrategias pedagógicas. 

 

Nuestra experiencia en Colegios que Aprenden, trabajando en terreno con líderes escolares, nos enseña que su desafío comienza por gestionar la carga y calidad del trabajo de los educadores. No podemos tener un tercer año con desgaste docente, pues los perjuicios de ese efecto lo cosechan directamente los estudiantes. Permitir la colaboración, la discusión, el desacuerdo y generar un espacio protegido para los docentes debe ser la prioridad número uno de cada equipo directivo.  

 

En segundo lugar, los líderes escolares tienen el desafío de encabezar la comunicación con la comunidad educativa. De ellos depende si se transmite incertidumbre, miedo, inseguridad; o si, por el contrario, se difunde calma, paciencia y tranquilidad. Mantenerse conectado y empatizar profundamente con las preocupaciones de la comunidad educativa es fundamental para afianzar lazos y comprometer a las familias con el proceso de aprendizaje. Para esto ser concreto, eficiente y honesto al comunicar lo que sucede al interior del colegio, abrir espacios de conversación, canales de consulta e involucrarlos en las decisiones es una de las estrategias que más éxito ha tenido en las comunidades escolares que han tenido altos índices de participación y asistencia en sus actividades. 

 

Estos dos últimos años académicos en pandemia han desafiado a las comunidades escolares como ningún otro y es nuestra responsabilidad consolidar aprendizajes a partir de los procesos de adaptación que cada comunidad tuvo que realizar. Aprender de lo que hemos hecho bien y lo que hemos hecho mal debe ser entonces el principal legado que los equipos de liderazgo deban dejar en sus comunidades y no permitir que el establecimiento vuelva a operar tal y como lo hacía antes de la pandemia. La incertidumbre llegó para quedarse o, mejor dicho, siempre estuvo ahí y es labor de las y los líderes aprender a navegar en medio de la tormenta, para lo cual necesitamos comunidades más cohesionadas y unidas que nunca. 

 

Francisco Contreras Canteros 

Director de Colegios que Aprenden 

Fundación Enseña Chile 

 

 

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